APÓSTOLES DE LA ENTRONIZACIÓN

Como apóstoles de hoy, comprometidos en la renovación cristiana de las familias por medio del Corazón de Jesús, debemos ser conscientes de la fuerza y debilidad de nuestra sociedad; ser los garantes del matrimonio cristiano y de la familia, conocedores de los peligros que tratan de destruirlos. Apóstoles que han de estudiar y comentar lo que el Santo Padre y los Obispos han publicado sobre la familia; deben auto convencerse de que el Sacramento del Bautismo nos llama y nos capacita para seguir a Jesús en su misión de sacerdote, profeta y rey.

Deben valorar el Sacramento del Matrimonio como un regalo para la familia cristiana y enraizar profundamente su espiritualidad en la Eucaristía. Desafío a desarrollar sus abundantes dones y bendiciones. “Muchos reducen toda su piedad a recitar oraciones vocales”, comentaba el Padre Mateo. Esto no era suficiente en sus tiempos y tampoco lo son hoy, pues hoy nos reclaman no solamente un laicado lleno de fe y profundamente comprometido, sino también un laicado meticulosamente formado en la fe escudriñando los signos de los tiempos. Si nos comprometemos a ello, entonces continuaremos haciendo de la Entronización del Sagrado Corazón en el Hogar algo significativo para el presente y para el futuro.

El elemento fundamental de la vida espiritual del Padre Mateo fue su íntima y continúa unión con Dios, como dicen los místicos, es una “fusión”, como formar un solo espíritu, para irradiar en otras almas ese amor. Esta íntima unión la vivía al celebrar la Santa Misa, Adoración Eucarística, lectura y meditación constante de la Sagrada Escritura; los evangelios fueron el tema fundamental de sus predicaciones, con el mismo fin que los Apóstoles del establecimiento del Reino de Jesucristo: “Venga a nosotros tu Reino”, propagando la devoción de su orden a esos Corazones de Jesús y de María, símbolos de los más grandes amores, y cuya influencia en las almas ha sido para la Iglesia un factor santificador de suma importancia. La convicción del Padre Mateo acerca del poder del Espíritu Santo fue otra característica más en el desarrollo de su apostolado.