ORIGEN DE LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del cielo. La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque veneramos al mismo Corazón de Dios (el corazón, representa los deseos o voluntad de una persona).

Pero fue Jesús mismo quien, en el siglo XVII, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa de la Orden de la Visitación, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón.

Santa Margarita María Alacoque, nació el 22 de julio de 1647 en la pequeña aldea francesa de Paray-le-Monial, quinta hija de 7 hermanos. Sus padres fueron Claude Alacoque y Philiberte Lamyn.

Después de fallecer su padre, en diciembre de 1655, fué internada en el pensionado de las religiosas clarisas. Desde entonces empezó a vivir una vida de sufrimiento que supo encauzar hacia Dios.

Tuvo una enfermedad que la inmovilizó durante cuatro años en los que estuvo en cama y de la que se curó milagrosamente, por intercesión de la Virgen María.

Ingresa al monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial el 20 de junio de 1671. El 27 de diciembre de 1673, en la festividad de San Juan Evangelista, Santa Margarita María, que tenía 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo la primera de sus visiones de Jesucristo, que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.

En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó:

“He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”

"Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía"

Según el testimonio de Margarita, el mencionado Corazón estaba rodeado de llamas, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y del interior emergía una cruz.

Margarita destacó en su orden por su fervor ante el Santísimo Sacramento y obediencia en todo lo requerido de su persona, cumpliendo fielmente sus obligaciones. Era considerada como un modelo a seguir.

Margarita tuvo dificultades por las acusaciones hacia ella acerca de su extrema devoción "mística". Pues sus superiores le indicaban que esas formas de espiritualidad no iban con el espíritu de la Orden de la Visitación. Miraban con recelo sus experiencias como sujetas a la ilusión y al engaño. Y así, dudaban sus superioras el permitir que Margarita hiciese sus votos de profesión y le mandaron que le pidiese al Señor que la hiciese útil a la santa religión, por la práctica exacta de todas las observancias.

Las visiones le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos de su entorno, hasta que fué puesta bajo la dirección espiritual del jesuita san Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo atrás se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad.

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