LA PRÁCTICA DE LA DEVOCIÓN

Destacan claramente aquellos agentes que en la vida del Padre Mateo determinaron el nacimiento de su apostolado. La práctica de la devoción al Sagrado Corazón estaba extendida por el mundo católico de entonces. Esta devoción no era nueva en la Iglesia, sus orígenes nos remontan al evangelio de Juan y al costado traspasado de Cristo en la Cruz. Esta forma de devoción estuvo muy influenciada en su tiempo por la vida de Santa Margarita María Alacoque, quien fué favorecida con visiones y coloquios con Jesús.

Jesucristo le confió el gran amor que sentía por la humanidad, su clemencia y perdón. Santa Margarita María, ayudada por sus directores espirituales jesuitas, tuvo éxito en la expansión de este mensaje de Jesús por todo el mundo católico. La respuesta a esta súplica de Jesús quedó patente principalmente en una serie de prácticas devocionales: Consagración de las familias al Sagrado Corazón, Adoración del Santísimo Sacramento, Horas Santas de reparación, la práctica de los Nueve Primeros Viernes y el portar insignias y emblemas mostrando el corazón traspasado de Jesús.

Esta es la forma de devoción al Sagrado Corazón que desde joven, Eduardo Crawley-Boevey aprendió en el regazo de su madre y que que caló todavía más durante los años de formación en la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Esa es la forma de devoción que trató de inculcar en los miembros de la Asociación Exterior de los Sagrados Corazones, en su labor pastoral con la gente de Valparaíso. El inmenso amor de Dios por su pueblo, su clemencia y perdón, manifestado en el viejo y nuevo Testamento y especialmente en la vida y palabras de Jesús selladas por la herida de su corazón traspasado en la Cruz, choca de tal modo con la indiferencia y rechazo de tantos cristianos, que le impulsan a concebir la idea de reivindicar familia por familia para Cristo.

El Padre Mateo era plenamente consciente del poder del Espíritu Santo, actuando en el mundo y en la vida de cada uno. Animó a rezar al Espíritu Santo, “en su devoción siempre tuvo presente lo fundamental”. Como ayuda para la gente, compuso lo que él llamó El Rosario del Espíritu Santo, que recomendaba rezar con frecuencia.