CEREMONIAL DE LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN EL HOGAR

Es costumbre muy recomendable comenzar la Entronización leyendo la siguiente poesía, que invita al Rey de Amor a que tome plena posesión de todos los corazones de la familia.

¡ENTRA, SEÑOR!

Entra, Jesús: el día ya declina,
el astro rey hacia el ocaso inclina
su brillante fulgor;
no pases adelante, que anochece;
toma un descanso que el amor te ofrece;
¡Entra en casa, Señor!
¡Entra en casa, Señor, y si cerradas hallas tantas moradas,
que un asilo a su Dios quieren negar...,
olvida entre nosotros su desvío;
mientras tengamos casa, Jesús mío,
¡Tú tendrás un hogar!
Entra, Señor; mas no como mendigo:
Nuestro Rey, nuestro Padre, nuestro Amigo,
nuestro Todo serás...;
que si el error levanta sus banderas,
en este hogar Tú reinas y Tú imperas,
y homenajes y amor encontrarás.
Entra, Señor, aquí todos te amamos,
y pues Rey te aclamamos
de esta humilde mansión,
ya nuestros corazones se han ligado
y de su amor un trono te han formado:
Coloca en él, Señor, tu Corazón.

Colócalo, Señor, y no receles,
somos vasallos fieles;
no encontrarás aquí ningún traidor...;
antes morir queremos que dejarte,
antes morir queremos que negarte,
Divino Rey de amor.
Y si el mundo y los suyos te persiguen,
y si a este umbral quizá llegar consiguen…
a Ti no llegarán,
que sabrán defenderte nuestras vidas...
los filos de sus armas deicidas,
ni tu pecho, ni los nuestros herirán.
Entra, Señor; estemos siempre unidos,
mezclados, enlazados, confundidos,
de ese Pecho al calor;
viviendo todos de tu misma vida
como vive adherida
la enredadera al tronco bienhechor.
Juntos así el destierro cruzaremos,
así contigo juntos gozaremos
las dichas que nos des...,
y si el dolor empaña nuestros ojos,
juntos también pondremos sus despojos
como perlas humildes a tus pies.
Entra, Señor; ya izamos tu bandera;
entra, Señor, y manda, reina, impera
en este pobre hogar...,
pobre y desconocido,
pero con tu presencia enriquecido,
y muy feliz, porque te sabe amar.

ORACIONES

BENDICIÓN DE LA IMAGEN

El sacerdote, revestido con estola blanca, bendecirá la imagen, diciendo:

— Nuestra fuerza se halla en el nombre del Señor.
Que hizo el cielo y la tierra.
— El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu,

OREMOS

Omnipotente y sempiterno Dios, que no repruebas el que se pinten las imágenes (o se esculpan las estatuas) de tus Santos, a fin de que cuantas veces las vemos con los ojos de nuestro cuerpo, otras tantas nos determinemos a imitar los ejemplos de su santidad: te rogamos que te dignes bendecir y santificar esta Imagen (o estatua) hecha en honor y memoria del Sacratísimo Corazón de tu Hijo Unigénito Nuestro Señor Jesucristo; y concédenos que cuantos ante Ella procuren honrar y consolar al Sacratísimo Corazón de tu Unigénito Hijo, por sus méritos e intercesión obtengan de Ti la gracia en la vida presente y la gloria en la eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Rociada la imagen con agua bendita, se puede entonar un canto al Sagrado Corazón, mientras se ordena la procesión hasta el lugar donde va a quedar colocada la imagen, adornada, si fuera posible, con algunas flores, rezándose una vez allí, en voz alta y por todos, el CREDO, en testimonio explícito de la fe de toda la familia.

Breve explicación del sacerdote sobre el significado de la ceremonia.

ACTO DE CONSAGRACIÓN

(Rezado, si es posible, por el jefe de la familia.)

Corazón Sagrado de Jesús, que has manifestado a Santa Margarita María el deseo de reinar en las familias cristianas, venimos hoy a proclamar tu Realeza, la más absoluta, sobre la nuestra. Queremos vivir en adelante de tu vida, queremos hacer florecer en nuestro hogar las virtudes a las cuales prometiste la paz aquí en la tierra, queremos desterrar lejos de nosotros el espíritu mundano que Tú maldijiste.

Reinarás en nuestra inteligencia por la sencillez de nuestra fe, reinarás en nuestros corazones por el amor sin límites en que arderán por Ti, y cuya llama alimentaremos con la recepción frecuente de tu divina Eucaristía.

Dígnate, ¡Oh Divino Corazón!, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, ahuyentar nuestros pesares, santificar nuestras alegrías, aliviar nuestras penas. Si alguno de nosotros tuviera la desgracia de afligirte, acuérdate, ¡Oh Corazón de Jesús!, de que eres bueno y misericordioso para el pecador arrepentido. Y cuando llegue la hora de la separación, cuando la muerte venga a cubrirnos de luto, todos, tanto los que partan como los que queden, estaremos sumisos a tus decretos eternos y nos consolaremos con el pensamiento de que llegará un día en que toda la familia reunida en el cielo, cantará para siempre tu gloria y tus beneficios.

Dígnense el Corazón Inmaculado de María y el glorioso Patriarca San José presentarte esta consagración, y recordárnosla todos los días de nuestra vida.

¡Viva el Corazón de Jesús, nuestro Rey y nuestro Padre!

Y no debiendo faltar ningún miembro del hogar en este momento solemne y feliz, evoquemos el recuerdo de los queridos difuntos y ausentes de esta familia, rezando por ellos un PADRE NUESTRO y un AVEMARIA.

ORACIÓN

Deberá ser rezada por el sacerdote y toda la familia:

Gloria al Sagrado Corazón de Jesús, cuya misericordia ha sido infinita con los miembros de este cristiano hogar, al escogerlo entre millares como herencia de amor y santuario de reparación por las ingratitudes humanas.

Cuánta confusión Divino Jesús, esta porción de tu rebaño fiel acepta el honor insigne de verte presidir nuestra familia. Cómo te adora en silencio y se regocija al verte compartir bajo el mismo techo las fatigas, los afanes y también los puros goces de estos hijos tuyos. Verdad es que no somos dignos de que Tú entres en nuestra humilde morada, pero Tú mismo dejaste escapar de tus labios divinos, la palabra que nos tranquiliza cuando nos revelaste la hermosura de tu Divino Corazón y nuestras almas que tanta sed tienen de Ti ¡Oh Buen Jesús! han encontrado en la preciosa herida de tu Costado las aguas vivas que brotan hasta la vida eterna.

Así, pues, contritos y confiados venimos a consagrarnos a Ti que eres la vida inmutable. Quédate entre nosotros ¡Oh Corazón santísimo!, pues sentimos ansias supremas de amarte y de hacerte amar, porque Tú eres el fuego divino que ha de abrasar al mundo para regenerarlo. ¡Ah, sí! Que esta casa sea tu refugio tan dulce como el de Betania, donde encuentres solaz en las almas amigas que han escogido la mejor parte en la intimidad venturosa de tu Corazón. Sea éste, Salvador amado el asilo pobre, pero cariñoso, de Egipto en el destierro de tus enemigos.

¡Ven, divino Jesús, ven!, pues en esta casa se ama con entrañable amor a la Virgen María, esa Madre tan tierna que Tú mismo nos diste. Ven a llenar con tu dulcísima presencia, los vacíos que la muerte y la desgracia han dejado entre nosotros. ¡Ah, si Tú, el amigo fidelísimo hubieras estado en nuestras horas de duelo, cómo se hubieran endulzado tantas lágrimas y cuánto bálsamo de paz hubiéramos sentido en aquellas heridas secretas que sólo Tú conoces.

¡Ven, porque se acerca tal vez para nosotros la tarde angustiosa de nuevos pesares y declina el día fugaz de nuestra juventud y de nuestras ilusiones. Quédate con nosotros, porque ya anochece y el mundo perverso quiere envolvernos en las tinieblas de sus negaciones, de sus vicios y vanidades y nosotros te queremos a Ti; porque sólo Tú, eres el Camino la Verdad y la Vida!.

Exclama Jesús, como en otro tiempo: <> Sí, Dios mío, establece aquí tu tabernáculo a cuya sombra vivamos en tu compañía, nosotros que te proclamamos nuestro Rey porque no queremos que ningún otro reine sobre nosotros sino Tú.

¡Viva siempre amado, bendecido y glorificado en este hogar el Corazón triunfante de Jesús! Venga a nosotros tu reino. Amén.

Rezar en voz alta una SALVE en homenaje de amor al Inmaculado Corazón de María.

Sagrado Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros (Tres veces).

Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Santa Margarita María, ruega por nosotros.

El sacerdote da la bendición: Bmnedictio Dei Omnipotentis: Patris t.'et Filii et Spiritus Sancti descendat super vos et maneat semper. Amén.

RENOVACIÓN

De la Consagración familiar antes de acostarse

Dulcísimo Salvador nuestro, humildemente postrados a tus plantas, renovamos con todo fervor la consagración que un día hicimos de nuestra familia a tu divino Corazón. Sigue siempre siendo nuestro Rey, pues en Ti pusimos toda nuestra confianza. Que nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras palabras y obras, se sientan todos impregnados de tu espíritu. Bendice nuestras empresas, toma parte en nuestras alegrías, en nuestras pruebas y en nuestros trabajos. Concédenos el favor inmenso de conocerte más intensamente, para así amarte mejor y servirte sin descanso. Que desde un extremo al otro de la tierra resuene esta aclamación: »Amado, bendecido y glorificado sea por doquiera y por siempre el Corazón triunfante de Jesús!» Amén.

Para la Renovación mensual o anual tomar la oración, correspondiente al, acto de Consagración.

INDULGENCIAS

Su Santidad Pío X concedió a las familias chilenas. S.S. Benedicto XV extendió a todas las familias del mundo que hicieran la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús, la Indulgencia Plenaria una vez cada año en ese mismo día si, habiendo confesado y comulgado, renuevan el Acto de Consagración y visitan una iglesia u oratorio público rogando por las intenciones del Papa.

(Preces 1938, pág. 524 Jesús, Rey de amor.)